“Me ha repetido la enfermedad con una frecuencia próxima. Cada vez que el mosquito me pica, vuelvo a tener los mismos síntomas y a estar en cama por días, con fiebre, dolores articulares y de cabeza”, apuntó hace un par de días una vecina de calle D, entre 1ra y 2da del Reparto Portuondo.
Hace dos meses, se publicó la queja con esa dirección, a través de un Cámara en la Calle, donde se apreciaba en la foto que por roturas en las tuberías de alcantarillado, existen afectaciones hasta el interior de las casas, que se inundan con frecuencia de aguas albañales.
También, se denunciaba que en todas las cuadras aledañas corrían esas aguas pestilentes, propiciando la crecida del musgo, la yerba, el rompimiento del pavimento y la acera. Este foco de insectos, sobre todo del aedes, y de roedores, ha sido fuente de enfermedades por más de 30 años, y empeoró en los últimos cinco.
Este ejemplo, aún sin solución, señala que solventar la compleja situación higiénico-epidemiológica en Santiago de Cuba, requiere de la competencia de todos, porque no pocos de estos casos, arrastran problemáticas de años atrás.
Ciertamente existe un déficit de recursos, la recogida de desechos sólidos en la ciudad también se ve impactada por esta realidad; hay muchas indisciplinas sociales, y lo digo por experiencia: en la esquina de 3ra y calle L del Reparto Sueño ubicaron un gran contenedor para la basura, y siempre hay desperdicios en la cuadra porque a algunos les es muy trabajoso depositarlo donde se debe.
No obstante, no en todos los lugares es así ni todas las veces los vecinos incumplen con las medidas dentro de sus casas.
Y si de hábitos buenos y malos se trata, hay dueños de animales de tracción y transporte, como caballos y burros, que no cuentan con los sacos donde depositar los desechos, igual ocurre con las mascotas. El fecalismo en la vía pública está prohibido, y sus tenentes deben garantizar su cumplimiento, así como los que velan por la aplicación de lo establecido.
Esta mañana, con el despertar habitual de las tempranas horas, captó mi atención el sonido de la escoba de un trabajador de Comunales, quienes en su mayoría siempre están prestos a asumir cualquier tarea para tener una ciudad más limpia, y que lo realizan muchas veces sin contar con guantes u otros medios de protección ni de movimiento para llegar hasta cualquier lugar.
El prevenir la propagación de enfermedades como el dengue y el Oropouche es menester de todos. Pero hay no pocas situaciones como la descrita al inicio de estas líneas, que dependen de la acción de organismos y la intervención de diversos factores para solucionar esos problemas; y que no son hechos novedosos, ya que acumulan tiempo con igual malestar.
Ayer quizás era un percance minúsculo, pero por la inacción se transformó en algo mayor que demanda incluso de más recursos. Es decir, hay “situaciones, y situaciones”.
De prevenir, buscar alternativas, ser consecuente, exigir, sistematizar y darle seguimiento a este tema, depende la salud de los santiagueros, quienes también tenemos que contribuir con el cuidado de la higiene individual y pública.
Fuente: Periódico Sierra Maestra