Hace unos días fue la primera reunión de padres que tuve en este nuevo curso y tanto a los educadores como a la familia nos unía el mismo anhelo: hacer todo lo posible porque nuestros hijos aprendan.
No es menos cierto que será un curso escolar con desafíos, en medio de una crisis económica que limita los materiales escolares, que propicia el éxodo de maestros para sectores mejor remunerados y la escasa bibliografía, lo que demanda más carga de trabajo para quienes se quedan en las aulas, necesidad de una mejor preparación y más interés de la familia porque el niño cumpla con sus deberes escolares.
A pesar de todo lo que nos falta hay algo evidente y es que la educación con calidad es una de las mayores motivaciones del gobierno cubano y se empeña cada año para lograrlo.
Ningún niño estará sin maestros, porque se han creado algunas alternativas como vincular a los estudiantes universitarios a las instituciones educativas. Tampoco estarán sin merienda escolar en el caso de la secundaria o sin almuerzo en las primarias que funcionan como seminternado.
Habrá una libreta o un lápiz para escribir, una prenda de uniforme o lo imprescindible para enseñar.
Lo que queda es el esfuerzo de todos por lograr que aprendan las materias de su grado escolar. Y en medio de este contexto se apuesta por el perfeccionamiento en el sistema de enseñanza, que busca lograr que el proceso educativo sea mas atractivo, más didáctico e inclusivo. Y con un esfuerzo enorme se ha podido imprimir nueva bibliografía para los grados implicados.
La familia deberá unirse mucho más a la escuela, no solo para colaborar con el esfuerzo común de darle confort al aula o reparar la base material de estudio; la unión deberá ser también desde la responsabilidad y el interés.
Queda por parte de la familia lograr que el alumno refuerce las materias en las tareas extra clases, que llegue puntual, que asista con sistematicidad, que le interese aprender como una manera de forjar su futuro.
En la familia recae la comunicación con los profesores e inculcarles la necesidad de prepararse como garantía para la vida.
